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Hace
pocos días adquirí éste libro intonso “usado”
y algo maltratado de Tagore, impreso en Argentina en 1952; tiene 240 páginas,
quince cuadernillos y el folio fue plegado en ocho, dejando cabeza y frente sin
cortar. Destaco “usado”, ya que
solamente fueron abiertos los tres primeros cuadernillos, hasta la página
cuarenta y ocho.
Para
alguien que conoce el concepto de intonso, el libro previamente descrito luce,
mas bien, una intervención atroz, inconclusa, similar a una violación y luego
al brutal abandono, relegando al libro a la acumulación de polvo y a la extraña
sensación de ser un libro mal terminado por quienes no conocen el concepto de intonso.
Según
la RAE, intonso, del latín intonsus,
“que no tiene cortado el pelo” o “dicho de un ejemplar de una edición o de un
libro: Que se encuaderna sin cortar los pliegos de que se compone”. Para la
bibliofilia, lo anterior sería el significado técnico, pero no la verdadera razón
que lo hace especial y único; sino su estado virginal, que conserva todos sus
secretos para el amante que lo tiene en sus manos o en una biblioteca. Para
algunos bibliófilos, mantenerlo en su estado más puro, es decir, cerrado y
virgen es indispensable; para otros es absurdo mantener este estado,
encontrando un máximo placer al abrir cada una de sus hojas, descubriendo los
tesoros y misterios que el libro guarda. Mario Praz (1896─1982), bibliófilo e
historiador que no apreciaba esta condición, dice: “Todo el mundo tiene su
lista de placeres que le están negados porque no los comprende: yo, por
ejemplo, no comprendo el placer del bibliófilo que posee una edición de lujo
con las hojas pegadas y se siente encantado por ese estado 'flamante' y virgen
del amado libro. Es como si alguien se vanagloriase de no haber consumado un
matrimonio.” (Checa, 2015; 68). Gran parte de los amantes
del libro coinciden en los placeres que los llevaron a ser coleccionistas: el
sonido de las hojas al abrir el libro, el tacto poético del papel o la piel en
las tapas, el olor, rareza, antigüedad, encuadernación o encuadernador, primera
edición, incunable[1],
tipografía, grabados, autor, ilustraciones e ilustrador, etc. Ambos desean un
intonso, ergo no están de acuerdo con mantenerlo en un estado virginal.
Retomando
a Tagore y Recuerdos de mi vida; aún
no leo las letras contenidas en las páginas de este libro, pero si puedo contar
la historia del libro. Al tomarlo y analizarlo pienso que terminó relegado al
desgaste del tiempo en una biblioteca poco cuidada o quizás en una caja
olvidada acumulando polvo, para terminar junto a otros libros usados en una librería
en San Diego. Sé que sólo ha tenido un dueño, un único lector. Puedo especular,
que este lector inicio la aventura de abrir el primer cuadernillo, leyó las
primeras dieciséis páginas y sintió la necesidad de seguir leyendo. Abrió el
segundo y el tercer cuadernillo, pero después de cuarenta y ocho páginas algo
pasó, ¡quizás no le gustaron los recuerdos de la vida de Tagore! O esta
aventura de ir abriendo las páginas a medida que avanza la lectura, es
solamente para algunos valientes. Una segunda opción, es que el dueño del libro
lo encontrase defectuoso, y con sólo abrir los tres primeros cuadernillos se
aburrió sin llegar a leerlo, dejando el libro en el baúl de los recuerdos. Una
tercera o cuarta posibilidad, quizás el dueño pudo haberlo perdido o que éste
muriera; en estos dos últimos casos es muy alta la probabilidad de que el libro
conociera las manos de un nuevo amante, pero no tiene huellas de que hubiera
sido así. Entonces vuelvo a las dos primeras opciones.
Estas
primeras cuarenta y ocho páginas me indican que fueron abiertas sin ningún
cuidado y hace mucho tiempo, en vez de cortar el papel fue rasgado y desgarrado
con cortes torpes e imprecisos. Robándole toda dignidad y violando los secretos
que éste tenía para su amante. Ahora que se encuentra en mis manos, a pesar del
deterioro, de tener la portada suelta y algunas hojas rasgadas, durante 65 años
ha conservado los secretos y misterios de doce de los quince cuadernillos, entonces
no puedo más que sentirme cautivada por descubrir las letras de Tagore y los
enigmas de este intonso medio mutilado que pronto restauraré.
Referencia bibliográfica:
Checa Cremades, José Luis (2015). Ese
oscuro objeto del deseo. Madrid, España. Praha - Artes del libro.
Real Academia Española (2017). Diccionario de la lengua Española, edición del tricentenario.
Consultado el 05 de enero 2017. Recuperado en: http://dle.rae.es/?id=LyZMtEL
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